Hay cosas que mi mente simplemente no alcanza a entender, se satura, se bloquea y se anestesia para no sentir, para que el dolor deje de retroalimentarse y cese. Esos ojos clavados en ti, sus ojos, y los suyos, y los de el, los de ella, los de ellos… Esos ojos que reflejan el alma herida de un espíritu inocente, una necesidad irracional e infinita de amor y protección, como la que tienen los niños pequeños. Y pasas de largo, una jaula, otra, otra, otra… y a cada paso que das más se rompe el corazón porque sabes que no puedes salvarlos a todos, sabes que ellos no tienen la culpa, y que no puedes explicárselo, que tienen miedo, y que el único delito que cometieron fue nacer en el seno de la familia equivocada, la misma que ahora vive tranquila mientras a ti sus llantos cada día te hacen perder un poco más la fe en el ser humano.
Carmen Morión.