ETAPAS DE DESARROLLO: De 5 a 8 meses. Propiocepción y psicomotricidad
Por Mary Sánchez – Pasión 4 Dogs
En esta etapa es cuando el cachorro empieza a conocerse a sí mismo. Esto le resultará fundamental para luego poder ser capaz de conocer y relacionarse sin problemas con los demás perros y con su entorno.
Es una etapa de interacción y desafíos físicos, usando el juego. Interactúa mucho con otros perros, pero también con obstáculos, saltando, subiendo… Necesitan probar de lo que físicamente son capaces.
El juego con otros perros es muy físico, muy intenso. Juegan en muy poco espacio, a tirarse encima, a darse empujones, a revolcarse. En esta etapa aún no tienen un control absoluto de su cuerpo. Mediante este tipo de juegos, tanto con perros como con la interacción con los obstáculos, empiezan a desarrollar la propiocepción, y es un paso que deben dar sí o sí para que al finalizar esta etapa tengan un control absoluto de sus cuerpos.
Están tremendamente orientados hacia otros perros, tiran mucho de la correa (¡Oh, sí!, Sorpresa!!!. El hecho de tirar de la correa es «porque con esa edad le toca hacerlo»), y no tienen demasiada presentación, van muy directos y de frente. Esto genera que, sobre todo al principio, los otros perros «les echen una bulla» y les llamen la atención, porque consideran que ya con la edad que tienen están capacitados para entender cómo se debería hacer un acercamiento «perrunamente educado».
Empiezan a tener algo en cuenta las necesidades del otro y a ser más «finos» con su forma de actuar.
¿Cuáles son sus necesidades?
Para empezar, necesitan aprender a relajarse. No pueden hacerlo si lo sobreexcitamos o lo sobreexponemos a estresores. Por esa misma razón también necesitan descanso y tener tiempos de registro posterior.
Es muy importante que lleguen a conocer cuáles son los límites de su cuerpo, lo que son capaces o no de hacer. Necesitan saltar, subir, trepar, meterse por lugares estrechos…
Necesitan interactuar periódicamente con todo tipo de perros y jugar con ellos estando sueltos. Tan importante es que jueguen como que no se sobrepasen en el juego, y que alguien ponga fin a este juego si se está yendo de madre. En grupos dinámicos, normalmente son los adultos los que se encargan de esto. Si no hay adultos, o los adultos que hay no saben gestionar bien estas situaciones, seremos nosotros los encargados de poner fin al juego, simplemente yéndonos. De nosotros necesitan que seamos un buen referente de calma, acompañándolos en todas estas situaciones con la mínima intervención posible por nuestra parte.
¿De qué son capaces?
Son capaces de aprender de otros perros adultos, códigos y habilidades sociales. Quién mejor para enseñarte cómo debes de comportarte socialmente que alguien de tu misma especie.
Son capaces de atender siempre y cuando no haya perros delante. También deberían ser capaces de relacionarse abiertamente con otros perros.
¿De qué no son capaces aún?
Pues, como hemos recalcado antes, son incapaces de autocontrolarse en presencia de otros perros. El «quiero conocerte» pesa más que, por ejemplo, acudir a una llamada. Si somos conscientes de esto, aparte de hacerle un gran favor al perro, nos va a ahorrar llevarnos más de un sofocón porque «el perro de repente se ha vuelto un cabezón y no acude cuando lo llamo».
Aún no tienen control de su cuerpo, son muy brutos, y a medida que vaya avanzando la etapa irán siendo cada vez más delicados. Las presentaciones son bruscas y directas, no son educadas.
No son capaces de poner fin al juego por sí solos. Así mismo, tampoco son capaces de hacer un juego tranquilo.
No tienen aún desarrollada la empatía social, no son conscientes de que sus actos afectan al resto del grupo.
En este periodo en el que el perro comienza a tirar de la correa, a «lanzarse» hacia otros perros, a ser brusco con ellos y en su juego…, lo peor que podemos hacer, y lo que mucha gente hace por desconocimiento, por miedos del guía y malinterpretaciones de lo que está pasando, y por convenciones sociales nuestras («el perro tiene que saber comportarse sí o sí» 🙁 ), es contenerlo físicamente, con correas cortas, herramientas de contención, collares nada amables, órdenes para que el perro se quede quieto o sentado, etc, etc.
La tensión y el trabajo exigente de la correa, el control continuo, las «órdenes», la obediencia, el adiestramiento y las exigencias elevadas aquí son una gran putada para el perro. También el hecho de la falta de descanso, el juego excesivo sin paradas, el excesivo tiempo en los paseos, el excesivo o dirigido ejercicio físico son estresores muy importantes, así como el hecho de no poder relacionarse estando suelto.
La presencia de un buen referente que lo comprenda y lo acompañe, ofreciendo calma y seguridad, estando ahí sin intervenciones innecesarias, e interviniendo cuando sea necesario de la forma más eficaz y menos invasiva posible, es fundamental para el buen desarrollo de esta etapa.
Entre esta etapa y la que le sigue se intercala un tercer periodo de miedos, donde el perro se va haciendo consciente de la importancia de los olores sociales, y de la necesidad y verdadera importancia de las presentaciones.