ETAPAS DE DESARROLLO: De 13 a 24 meses. Conciencia de grupo y moralidad
Por Mary Sánchez – Pasión 4 Dogs
Aquí encontramos a un perro que, comparandolo con las etapas en humanos, entraría en lo que llamamos «adulto joven». Su comportamiento va a depender mucho del resto de perros presentes. También, al igual que en nosotros, su grado de madurez debería ir aumentando con la edad, ya que irá acumulando experiencia. Es muy diferente un perro de un año, que uno de dos. En esta etapa se van especializando para en un futuro ir gestionando las situaciones de la mejor forma posible. Son más predecibles y rutinarios que los perros más jóvenes. Es una etapa complicada para los humanos, ya que por su forma de relacionarse, pueden hacernos sentir socialmente juzgados e incómodos.
En esta etapa, ya son capaces de ir anteponiendo el bienestar general del grupo a sus propias necesidades. Tienen más autocontrol, son más capaces de atender a la llamada. ¡Ojo!, tenemos que tener en cuenta que para un perro es mucho más importante evitar un conflicto que atender a nuestra llamada, así que evita llamarlos y, mucho menos, tirarles, cuando están saludando a otro perro, ya sea de forma directa o comunicándose a distancia.
¿Cuáles son sus capacidades?
Ya pueden cumplir ciertas exigencias que les vayamos imponiendo, y tienen mucha empatía social, tanto con otros perros como con nosotros. Su juego se vuelve más fino y, aunque no busca conflictos, no puede dejar de intervenir. También aparece el sentido de la moralidad, tanto propia como ajena.
¿Qué necesita?
Necesita formar parte de un grupo social canino, relacionarse abiertamente con sus semejantes, jugar con perros de su edad, presentarse a muchos perros diferentes, tener buenos referentes, tanto humanos como perrunos, poder desarrollar un criterio propio, poder equivocarse, intervenir si algo le preocupa… Porque con estas experiencias irá sacando un aprendizaje que de adulto nos llevará a un perro capaz, que analice la situación y decida si tiene que intervenir o no y de qué forma. A esto nunca llegará si nosotros «cortamos» las intervenciones.
¿Cómo interviene un perro?
Puede hacerlo de diferentes formas, ya que tenemos que tener en cuenta que es inexperto y necesita probar, equivocarse y tener un feedback y aprendizaje posterior para poder ir haciendo las cosas mejor. Un perro interviene poniéndose nervioso y buscando a otro perro más capacitado para que intervenga él; ladrando para que tooodo el mundo se entere de que hay bronca; haciendo un marcaje personal al que está causando el problema y, si se le escapa, le echará la bronca en cuanto lo tenga a tiro; interponerse de forma muy evidente; y, lo que más problemas nos da a nivel «humano», tumbar, ponerse encima, gruñir o incluso morder al otro perro. Ahora, seguro que más de un listo de parque te dirá que tienes un perro dominante o alfa…
Como veis, no es muy diferente su manera de actuar a la de un grupo de adolescentes humanos, que se piensan en la obligación de «salvar al mundo» y que se meten en todos los fregaos de una forma u otra. Si estás un tiempo observándolos, hay veces que incluso da la sensación de que se están peleando, cuando no es así.
Bien, llegados a este punto, os voy a poner otro ejemplo humano. Todos hemos visto el típico sketch humorístico de dos jóvenes discutiendo cuando, de repente, aparece la madre de uno de ellos con sus rulos y su alpargata en la mano, y se lleva a su hijo a empujones mientras le va echando la bulla por el camino, no dejando al chico solucionar su problema además de dejarlo en ridículo delante de todos los allí presentes. Ahora piensa y sincérate contigo mismo: ¿Cuántas veces te has convertido, sin ser consciente, en la señora de los rulos y la alpargata con tus perros?
Debemos ser para ellos un buen referente, esto es, aportar calma, observar antes de intervenir y, si es absolutamente necesario hacerlo porque ellos no sean capaces de resolver por sí mismos, ahí estaré para sacarte del problema de la forma más eficaz y mínimamente invasiva posible. Es lo que hará un perro adulto experimentado, porque sabe que el resto necesita estas experiencias para aprender.
¿Qué solemos hacer ante estas situaciones? Ir corriendo hacia los perros, gritando, cortarles la posibilidad de retirarse por sí mismos, jalar, dar patadas… O sea, somos la señora de los rulos y alpargata en mano elevada a la máxima potencia.
¿De qué es incapaz?
Como perro inexperto que es, aún no es capaz de dar a los otros una buena referencia de calma en situaciones complicadas. Es incapaz de no preocuparse y, cuando lo hace, es incapaz de desconectarse de esa preocupación, necesita intervenir y necesita que lo dejemos para que avance su aprendizaje.
Un perro de esta edad no suele llevarse bien con cachorros, así que lo tendremos en cuenta si decidimos ampliar la familia peluda.
Los estresores principales en esta etapa son la falta de relación con otros perros, ya que no debemos olvidarnos de que son animales gregarios; el pedirles obediencia y exigencias en presencia de otros perros; el imponerles «normas sociales humanas» en su relación con otros perros; el privarles de intervenir cuando lo necesiten; la carencia de referentes adecuados (personas que se ponen nerviosas e intervienen cuando no deben, perros pasados de vueltas,…)… Le estresan bastante los cachorros, como ya hemos comentado antes, los perros inseguros, miedosos, los perros muy activos.
Si el perro ha pasado bien las etapas previas, esta la pasará sin mucha dificultad. Si no es así, se quedará atascado.
Si el perro llega aquí con mucha carga moral, no permitirá hacer a otros perros lo que a él le han reprendido. Por ejemplo, si es un perro que siempre ha estado muy controlado, reprenderá a otros perros por correr o jugar.
El perro en esta etapa interviene, pero aún no tiene conciencia de lo que su intervención conlleva para el resto del grupo, que será el siguiente paso.
Y, sobre todo, recuerda: ¡¡¡No te conviertas en la señora de los rulos!!! Deja a tu perro avanzar, ¡paciencia!