Por Mary Sánchez – Pasión4Dogs
Hoy vamos a hablar de perros, pero antes, déjame que os hablé un poco de mí, de mi «mí» personal, no de la faceta de educadora, sino de la humana. Soy una persona con una alta sensibilidad a los sonidos, que incluso en el cine lo llega a pasar mal, un entorno muy ruidoso me hace sentirme mareada, empiezo a sudar, y, si el nivel de sonido es muy fuerte, incluso siento dolor en los oídos. Tampoco llevo muy bien el hecho de encontrarme en sitios donde no pueda andar libremente porque hay demasiadas personas, necesito una distancia social mayor que la que vivo en estas situaciones para sentirme cómoda. Para mí, los centros comerciales son una auténtica pesadilla, intento ir a horas de mínima afluencia sólo si es necesario y a las rebajas, mercadillos o similares ni me acerco. Ya hace muchos años que decidí ser asertiva, y no me da ningún apuro decir NO si me invitan a situaciones en las que no estoy a gusto. Quien me conoce y a quien le importo, no se enfada porque no acepte los «convencionalismos sociales», y no vaya a bodas, bautizos o comuniones, por ejemplo. Y quien se enfada, la verdad, no me importa, porque a los primeros a los que no les importo yo es a ellos.
También hay veces en las cuales tengo que ir a sitios que no son del todo de mi agrado, bien porque lo necesite, (a nadie le agrada por ejemplo ir a un hospital), bien porque el beneficio que obtengo de estar con otra persona que quizás si le guste ir allí es mayor que la molestia que me pueda causar.
Esto no me hace una persona antisocial, ni muchísimo menos. Sólo que disfruto con mis verdaderas amistades, con gente que me aprecia y respeta mis verdaderas necesidades haciendo otras actividades. Y si mis amigos o familiares deciden hacer otra actividad que a mí no me agrada, ni me arrastran a ella ni se sienten culpables porque yo me quede en casa.
Uno de mis hobbies favoritos es pasear por entornos naturales, a ser posible, en compañía de peludos. Me encanta disfrutar del camino, parándome a observar una flor, un árbol, un insecto… En nuestros paseos, el tiempo es el necesario de cada individuo, no hay prisas. He ido a practicar senderismo con algunas personas que nos han llevado como si fuesen unas «maniobras militares», y, la verdad, no lo he disfrutado nada. Necesito ver y sentir.
¿A qué viene todo este rollo que os he soltado?
Sí habéis llegado hasta aquí leyendo, os imaginaréis que no me resulta muy difícil empatizar con seres tan maravillosos como son los perros. Seres con un oído muchísimo más potente que el nuestro, capaces de escuchar frecuencias que a nosotros se nos escapan, con unas distancias sociales, lenguaje corporal y una formas de acercamiento muy definidas, y una forma de disfrutar de la vida y de hacer las cosas de «aquí y ahora», sin prisas.
Cada vez, afortunadamente, hay más conciencia de que los perros, (también los gatos, pero aquí hablo solo del perro), forman una parte importante de nuestras vidas. Es un compañero, y, como tal, queremos disfrutar de la compañía mutua. Y también cada vez hay más establecimientos y comercios donde se permite su entrada. Pero esto, amigos míos, es un arma de doble filo. Me parece genial que se cree esta conciencia, y que si necesito por X motivo que mi peludo esté conmigo mientras tenga que hacer algo, tenga la opción para ello. Pero una cosa es «necesidad» y otra «egoísmo». Veo establecimientos que anuncian que permiten la entrada a «mascotas» (odio ese término), y… ¡allá van avalanchas de propietarios a hacer excursiones con sus perros!. A lo mejor, haces algún comentario bienintencionado y sutil y te dicen «¡si se lo pasan genial!». ¡Señoras y señores¡, ¡denle un Óscar bien merecido a ese perro!, porque si con esa expresión corporal se lo está «pasando bien», está haciendo la interpretación de su vida.
Entonces, ¿No podemos ir con los perros a ninguna parte?
Yo no he dicho eso. Lo que quiero decir con todo esto es que tenemos que observar y respetar al ser que está al otro lado de la correa. Yo soy capaz de decir NO si algo me desagrada. Nuestro compañero peludo también si sabes escucharlo, pero, a diferencia de mí, no tiene tanta capacidad de plantear y decir «me quedo en casa», sino que se ve obligado a acompañarnos.
No se trata de criar unicornios rosas, meter a los perros entre algodones y encerrarlos en una burbuja para que no les dé el viento ni el sol. En la vida real hay «molestias». Lo que tenemos que saber es identificarlas y valorarlas, saber hasta qué grado algo es incómodo para mi compi peludo y cuánto tiempo o intensidad puede tolerar.
Otra cosa que tenemos que tener en cuenta, no son robots, son seres emocionales. Y, al igual que a nosotros, hoy me apetece, pero mañana estaré cansada o habré tenido un día malo, y, o no me apetecerá estar en determinado sitio, o me aparecerá estar menos tiempo en él.
Algunos consejos que puedo darte son los siguientes:
● Ofrécele un tiempo de calidad. Intenta buscar actividades donde podáis disfrutar ambos, comprende sus necesidades e inquietudes como especie.
● Obsérvalo, detecta señales de incomodidad, escucha lo que tu compi peludo te va diciendo de cada situación, en cada momento.
● Respeta sus tiempos. Igual un poquito está bien, pero demasiado ya se convierte en una tortura.
● Si lo vas a llevar a algún sitio contigo, como por ejemplo, a una terraza, busca un lugar cómodo para él, que no sea una zona contínua de paso, donde no se vea venir constantemente a gente de frente invadiendo su espacio.
● Si tienes que estar continuamente pidiéndole que se esté quieto, igual es momento de que te plantees que no está relajado y a gusto ahí, ¿No crees?
● Un perro que siente su hogar como seguro, preferirá mil veces estar en casa descansando y tranquilo que en un ambiente que le resulta hostil. Quitémonos culpa de encima de «no llevar al perro con nosotros» a lugares que no le aportan nada.
● Sé consecuente y coherente con dónde lo llevas y por qué. ¿De verdad necesita tu perro estar en un centro comercial?.
● Cada perro es un ser único e individual. Habrá alguno que tolere determinadas cosas y otro que las aborrezca. Respeta la individualidad de cada uno.
Podemos hacer muchas cosas en conjunto con nuestros compis, algunas más agradables para nosotros, otras más agradables para ellos… El truco es buscar un término medio, comprender, proponer, respetar y no «imponer». No se trata del NUNCA voy a llevar al perro a ningún sitio, ni tampoco del viene SÍ O SÍ. Sé coherente con dónde lo quieres llevar, sopesa lo que a él le genera, y, sobre todo, escúchalo cómo se siente en todo momento.