ETAPAS DE DESARROLLO EN UN PERRO: LA VEJEZ. A partir de 8 años…

ETAPAS DE DESARROLLO EN UN PERRO: LA VEJEZ. A partir de 8 años…

ETAPAS DE DESARROLLO: De 2 a 8 años
El perro anciano
Por Mary Sánchez – Pasión 4 Dogs

A partir de los 8 años, tenemos que plantearnos que ya nuestro compañero peludo está entrando en su etapa geriátrica. Esto, que a simple vista parece tan evidente, en muchas ocasiones no es tenido en cuenta por las personas, bien porque no son realmente conscientes de que su amigo se está haciendo viejito, bien porque no lo quieren ver ya que saben que al final de esta etapa toca la despedida. Tanto en un caso como en el otro, esto es una «gran putada» para el perro, ya que no tiene las mismas capacidades que un perro adulto y le estamos provocando un sobreesfuerzo en muchos sentidos.

A partir de aquí tenemos que tener muy en cuenta que nuestro perro empezará un descenso. Si ha sido un perro que ejecutaba algún trabajo, ha llegado la hora de una jubilación bien merecida y tranquila. El perro anciano va ahorrando energías y estará descansando bastante tiempo si se lo permitimos, claro está.

Es un perro que va a necesitar más visitas al veterinario porque por edad puede empezar a tener más dolores articulares u óseos, déficit sensoriales, incontinencias, etc, etc. Necesita que le adecuemos el entorno, ya no es el perro joven que sube y baja la escaleras sin dificultades, ni que se sube al sofá o la cama de un salto, ni pasa por zonas estrechas o complicadas tan fácilmente como antes. Necesitan contacto de calidad y no manipulados innecesarios que ahora, aún más, les pueden resultar agresivos o dolorosos.

También necesitan mucho descanso y que ellos mismos regulen sus necesidades físicas, es decir, que nosotros no los pongamos a hacer deporte. Tenemos que respetar sus criterios y sus tiempos para hacer las cosas, no andar con prisas. Es muy triste ver por la calle a un abuelete paseando forzado por una persona que va hacia delante a su ritmo, sin tener en cuenta lo que lleva al otro lado de la correa. Las rutinas deben ser muy estables, porque los cambios le generan mucho estrés e inseguridad. En definitiva, debemos ser conscientes de que tenemos a un abuelete y no a un adulto, y tratarlo como tal.

La edad también les va mermando capacidades cognitivas, físicas, emocionales y comportamentales.
Les estresa que continúen tratándolos como adultos, que no tengamos en cuenta esta merma de capacidades y que les pidamos cosas que están fuera de dichas capacidades.

Va cambiando su papel como educador respecto al de un adulto. Es un perro con mucha experiencia pero que ya no se mete en berenjenales como lo hace un adulto para educar a otros. Es una etapa que debería ser muy tranquila, con un perro muy predecible, puede que con algunas manías y que tiene muy claro lo que quiere y lo que necesita.

En nuestros grupos dinámicos no introduzco a perros nuevos de más de 8 años, a no ser que el beneficio pudiera ser inmensamente mayor que el efecto estresante que al perro le pueda causar esta novedosa situación; y aun así, pondría muchísimo cuidado al elegir con qué perros y en qué lugar hacerlo. El introducir a un perro abuelo en un lugar que no conoce, con otros perros que no conoce, personas que no conoce y a un ritmo que no es el suyo, no es para nada adecuado y difícilmente va a obtener beneficios. Sí que hemos tenido y tenemos perros abueletes en él, pero porque ya ellos formaban parte de este grupo social, las zonas de paseo son conocidas y tenemos muy en cuenta ajustar sus paseos y sus paradas y necesidades a cada caso concreto.
Estos perros a lo largo de su vida han ido acumulando experiencias y herramientas sociales y son una auténtica fuente de sabiduría perruna. También son muy conscientes de sus limitaciones y no se meten donde saben que no pueden llegar.

El pasear sin pensar en sus necesidades, tiempos, velocidad, distancias, tipo de recorrido… también es un estresor muy importante, pues le estamos exigiendo un rendimiento que puede ser excesivo.
El dolor o enfermedad también es un estresor a tener muy en cuenta en esta etapa. El malestar físico hace que nos sintamos peor y que reaccionemos peor.

Un abandono siempre es triste, pero se te rompe el alma ver cómo las perreras y protectoras están llenas de abuelos que, después de haber acompañado durante toda su vida a su familia, ahora a esta le sobra porque se les escapa el pis, se vuelven gruñones, ya no pueden ir a andar o a hacer deporte con ellos, ya no juegan con los niños, y las tropecientas mil excusas que te ponen determinadas personas que se deshacen del que debería ser considerado como un miembro de la familia más y que te lo sueltan como si fuese un jersey pasado de moda. Los abuelos en las perreras lo pasan sumamente mal, los que peor. Para ellos un cambio así es terrible, aparte de la tristeza que los inunda.

Este artículo se lo dedico con todo el cariño a aquellos que ya no están con nosotros, a mis queridísimos Menta, Loki, Thor y Toy, a Tirma, Moss y Cody. Gracias por habernos dejado formar parte de vuestra vida.